Por: Angélica María Pardo López
Hace algunos meses, Policy Horizons Canada publicó un informe que recopila los desarrollos tecnológicos más prometedores que tendremos durante los siguientes treinta años. Este reporte agrupa los desarrollos en diferentes categorías: energía, comunicaciones, nanotecnología y tecnologías aplicadas a la salud, entre otras. Son tan grandes los cambios que se avecinan que muchos dicen que habrá alteraciones no solo en los modelos de negocio sino también en los gobiernos e instituciones.
Dentro del futuro más próximo, es decir, antes de que llegue el 2020, una de las tecnologías energéticas más sobresalientes serán las celdas solares fotovoltaicas en forma de vidrio o película plástica.
Aunque los avances en materia de energía solar hasta el momento no son nada despreciables -de hecho hay noticias que informan que la producción de energía solar ya igualó los precios de producción de la energía convencional- hay algunos detalles que impiden que esta tecnología sea utilizada de forma extensiva. Uno de estos obstáculos es que los paneles necesarios para generar la energía ocupan grandes territorios que podrían ser útiles para fines agrícolas o de habitación.
Imagen 1: campo con paneles solares.
Sin embargo, científicos de Michigan State University han logrado superar este inconveniente, pues produjeron el primer panel solar completamente transparente. La forma en que lo lograron es aún más sorprendente que el hecho mismo de que un panel solar pueda ser una práctica pieza liviana y transparente y no una especie de tabla negra, pesada y aparatosa.
Las celdas solares convencionales captan todas las frecuencias existentes en el espectro de la luz y las convierten en electricidad. A diferencia de esto, las celdas solares transparentes recolectan solo las frecuencias del espectro no visibles por los ojos humanos (rayos ultravioletas e infrarrojos), las convierten en electricidad y dejan pasar el resto del espectro. Para que esto sea posible se aplica un material orgánico que permite que las frecuencias de la luz se puedan ‘cosechar’ selectivamente. Recolectadas las frecuencias del espectro no visibles, son desviadas a los extremos de las celdas mediante unos nanoconductos. Es en estos extremos donde la luz se convierte en energía eléctrica.
Imagen 2. Celda solar transparente: en los bordes de la celda se puede apreciar una banda de un material oscuro. Es allí donde se convierte la luz solar en electricidad.
La eficiencia, es decir, el porcentaje de luz solar que se convierte en electricidad, de una celda convencional, es del 33%. A pocos años de investigación, la eficiencia de una celda solar transparente es del 23%, lo cual es significativo si se tiene en cuenta que los primeros ensayos arrojaban una eficiencia de apenas un 1%. En poco tiempo seguramente estas medidas aumentarán.
El problema territorial que representaban los paneles solares convencionales queda abolido con este desarrollo, ya que prácticamente toda superficie se podría utilizar para la generación de energía sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello. Las fachadas y ventanas de los edificios y casas; las pantallas de los celulares, tabletas y computadores; la estructura toda de los invernaderos; las cubiertas de los carros; los grandes avisos publicitarios de las carreteras y; teóricamente, toda otra superficie podría generar electricidad de manera limpia, sostenible y sin ocupar tierra cultivable. Pero además, otra de las razones por las que las celdas solares transparentes nos vendrán como anillo al dedo es que justamente las frecuencias del espectro de luz que utilizarán para producir electricidad son aquellas de las que, por motivos de salud, nos convendría deshacernos (rayos ultravioleta).
Estamos doblando la esquina de la historia detrás de la cual las mayores maravillas tecnológicas se encuentran. Es importante conocer todos estos avances porque llegará el momento, nada lejano, en que debamos instalar la tecnología y adaptarnos a la nueva forma de vida que traerán los tiempos modernos. Es esperanzador imaginarse la magnitud de lo que representa que dentro de pocos años perteneceremos a la primera generación que habrá dejado de quemar cosas para obtener energía.