Por: La Directora

Hace muy pocos días el Consejo de Seguridad de la ONU, órgano que se ocupa de temas relacionados con la paz y la seguridad mundiales, se reunió en Nueva York. A esa reunión fue invitado el presidente de Colombia, quien se tomó un largo tiempo para contarle a la audiencia sobre el conflicto colombiano, el papel del narcotráfico en nuestros problemas de violencia y sus planes para solucionarlos. Argumentó, también, que la paz de Colombia es importante a nivel global por razones sociales y ambientales. 

El presidente arrancó hablando de la complejidad geográfica de Colombia y las dificultades que esto representa en materia de seguridad y control por parte del Estado. También afirmó de forma categórica que necesitamos fortalecer los territorios para que, desde allí, los problemas de la nación se empiecen a solucionar de manera orgánica y consolidada. 

Nada que objetar. El Estado colombiano nunca ha podido llegar a las regiones apartadas del país y por eso los agentes violentos de todo tipo y las economías ilegales han tenido siempre una ventaja estratégica. 

Eso por una parte. 

Por otra parte, la cuestión de si Colombia debe ser un Estado central o un Estado federal tampoco ha podido ser resuelta. A mediados del año pasado un grupo de gobernadores retomaron el debate de marras. Convocaron a la academia y después de jornadas en las que se discutieron las formas, posibilidades y perspectivas de federalización de Colombia, la propuesta pareció posicionarse por algún tiempo. Incluso se llegó a presentar un proyecto de ley en este sentido (hoy archivado). 

Más adelante, con las controversias alrededor de la intervención del Estado en las entidades de salud, el interés por parte del gobierno en convocar a una Asamblea Constituyente – de la que todo el mundo está temeroso – y muchos otros asuntos que han captado la atención del país, el tema de la federalización de Colombia desapareció de la conversación pública. Hoy por hoy se ha creado una ‘Misión de Descentralización’ a cargo del Departamento Nacional de Planeación que debe ocuparse el tema. 

Colombia ha sido temerosa de este otro modelo de Estado. Por eso se sometió durante tantos años a la Constitución conservadora de 1886 y, aunque con la de 1991 el país pactó la descentralización y la autonomía territorial, dichas previsiones no se han quedado más que en postulados irrealizados. Incluso, muchas de las reformas postconstitucionales recientes, lejos de descentralizar el país, lo han recentralizado. Por ese miedo también se le bajó el volumen a la renovada discusión, donde el discurso pasó de ‘federalización’ al término mucho más tímido de ‘descentralización’. 

En mi opinión, es lógico que un país tan complejo y grande como Colombia necesita una manera diferente de abordar los problemas desde la perspectiva administrativa y económica. Una forma de abordar los problemas es fragmentarlos y ocuparse de cada pedazo de problema a la vez. Si, por proponer un mero ejemplo, Colombia fuera un Estado federado de acuerdo con su división departamental, en vez de tener un gran problema, tendríamos 32 problemas más pequeños que cada Estado-Departamento, con autonomía administrativa y financiera y, desde su conocimiento local, podría abordar con mucha mayor facilidad y éxito. Desde una perspectiva tal, el dicho popular que predica que la unión hace la fuerza tendría mucho más sentido que ahora, cuando, siendo supuestamente un Estado Unitario, nuestro país es más bien un organismo enfermo al que le fallan muchos de sus órganos sin que desde su centro sea capaz de hacer algo para solucionarlo. 

Se teme a la división, pero ¿por qué habría de ser la opción de la federalización nociva para Colombia cuando ha sido positiva para naciones tan grandes, complejas y diversas como Estados Unidos, México y Brasil, entre muchas otras? ¿Por qué no se prioriza la realización de esta idea desde el gobierno cuando el mismo presidente entiende y reconoce que es necesaria para la superación de nuestros problemas?

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