Por: La Directora
A pesar de los numerosos días de manifestaciones -que impidieron la entrada y salida de mercancías y dejaron cuantiosas pérdidas y daños-, a pesar de la vertiginosa devaluación del peso – necesitándose más de 4000 pesos para comprar un dólar-, del pánico por el coronavirus y de la crisis logística mundial, entre otras cosas, Colombia resiste y, por ello, tenemos razones para ser optimistas.
Así lo concluyó The Economist en su estudio World Index of Normalcy -Índice Mundial de Normalidad-, en el que, en una lista de 50 países, Colombia es aquel con mejor recuperación después de la pandemia.
La línea a la altura del 100 es el indicativo de la actividad económica antes del inicio de la pandemia. Como se puede observar, luego de la declaratoria del estado de emergencia, la caída fue inmediata y profunda. Todo el comportamiento del 2020 fue lamentable y, posteriormente, con la progresiva relajación de las draconianas, antidemocráticas y muchas veces absurdas medidas, la economía se fue recuperando lentamente. Es importante notar que hubo otra importante caída hacia enero 2021, periodo que coincide no con un pico de contagios -pues el pico más serio de contagios en Colombia fue en junio/julio de 2021-, sino con un recrudecimiento de las medidas de confinamiento y represión relacionadas con el supuesto “mal comportamiento” de la gente durante las fiestas navideñas en 2020.
Después vinieron las protestas, el retraso de los contenedores y la impresionante devaluación del peso. Sin embargo, Colombia es líder en el Índice de Normalidad Económica. De hecho, la economía presenta un crecimiento de más de un punto porcentual en relación con diciembre de 2019, algo notable que no puede dejar de reconocerse al gobierno, que probablemente habría tenido un mucho mejor desempeño si no hubiera tenido la presión continua de alcaldes megalómanos.
En todos los sectores medidos por The Economist (tiempo fuera de casa, tráfico, transporte público, uso de oficinas, viajes, venta al por menor, cine y estadios) Colombia llegó o superó levemente el nivel pre-pandemia. El único item que todavía falta por recuperarse totalmente es el empleo que, sin embargo, va por buen camino de acuerdo con las cifras del DANE. El precio del café y del petróleo, el exitoso y cada vez más extendido programa de vacunación anticovid, una mayor estabilidad social y el permanente empeño y resistencia de nuestros conciudadanos son razones para ser optimistas y no desanimarnos. No obstante, ¡ojo! Si permitimos que renazca el pánico por causa de, por ejemplo, nuevas variantes (que hasta el momento han demostrado ser insignificantes dadas las nuevas condiciones de inmunidad colectiva), echaremos a perder todo el esfuerzo y podremos vernos en una situación irrecuperable. Donde hay miedo, no hay razón.