No podíamos dejar pasar esta edición especial sin entrevistar a una destacada, pero también alegre y afable ingeniera agrónoma con larga trayectoria en el sector de las flores. Se trata de Ana Teresa Arango, una egresada de la Universidad Nacional y madre de dos hijos que ha dedicado 28 años de su vida a la floricultura.
Una casualidad afortunada
Ana Teresa empezó el relato contándonos que su ingreso a la facultad de agronomía fue una especie de casualidad. Ella no estaba muy segura de qué estudios iniciar y tenía varias opciones en mente. En aquella época el trámite para inscribirse al examen de ingreso era llenar y hacer sellar un formulario en el que los aspirantes registraban las carreras de su preferencia. Pues bien, en el momento en que Ana Teresa diligenciaba el formulario era apremiada por el empleado responsable, que tenía afán y quería abandonar la oficina. Por ello Ana Teresa se apresuró en su tarea y sin mucho pensarlo puso como primera opción Agronomía. Poco tiempo después presentó el examen, que pasó sin problemas, empezando así su recorrido por este universo profesional.
Carrera en flores
Hacia el final de la carrera nuestra protagonista se dedicaba, en la mañana, a apoyar un negocio familiar y en la tarde, a escribir su tesis de grado, que giraba en torno a las aplicaciones de cepas de Bacillus thuringiensis en algodón para contrarrestar la presencia de Heliothis virescens, en el municipio del Espinal.
Fue entonces cuando la llamaron de una asociación de veterinarios que estaba buscando emplear a un agrónomo para que tramitara créditos con la Caja Agraria en el Occidente de Cundinamarca. Ana Teresa empezó a trabajar en ello (y haciendo asistencia veterinaria), con lo cual se sentía muy contenta. En esto llegó a los oídos de un amigo de nuestra entrevistada, quien trabajaba en la UMATA de Subachoque, que se estaba necesitando un agrónomo para trabajar en Flores Mocarí. El amigo pasó la hoja de vida de Ana Teresa a escondidas (pues ella había manifestado que no le interesaba el sector de las flores), con tal suerte que la llamaron a entrevista y, a pesar de todo, se presentó, pasó y aceptó el trabajo.
Pocos días después le informaron que también había sido escogida para hacer parte de un proyecto de investigación del instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional sobre el chinche del Urapán (Tropidosteptes chapingoensis) y pruebas de laboratorio con las cepas de Bacillus que producen allí. Sin embargo, puesto que ya había dado su palabra para trabajar en flores, rechazó la oferta de la Universidad y empezó a trabajar en Flores Mocarí. Esta labor, que pensaba ejercer por 3 o 4 meses, ha sido su motor de vida desde hace 28 años. Hoy en día agradece a Dios por haber hecho esta elección, pues su camino en el sector de las flores ha sido sumamente interesante y fructífero y, además, nunca le ha faltado el trabajo, algo que en países como el nuestro muchas veces resulta ser un privilegio.
En Flores Mocarí trabajó por dos años en el departamento de Investigación y Desarrollo y dos años en Producción junto a Julio Roberto Suárez. Hubo entonces una reestructuración general en la compañía, pero, por suerte, al día siguiente de salir de esta compañía empezó a laborar en Flores La Fragancia, del grupo Ipanema.
¿Usted llora cuando la regañan?
Aún recuerda con humor (afortunadamente ha cambiado el concepto que antes se tenía de la fuerza laboral femenina porque, como es ampliamente conocido por el gremio, las mujeres son comprometidas, ordenadas y eficientes en el cumplimiento de lo que se les encarga), que la primera pregunta que le formuló su futuro jefe, el director de producción de la finca fue: “¿Usted llora cuando la regañan?” Ana Teresa respondió que no y quedó contratada como jefe de área de rosa.
Nuestra protagonista entró a remplazar a una licencia de maternidad de una ingeniera a quien poco después le ofrecieron otro puesto, de modo que Ana Teresa quedó trabajando en Flores La Fragancia de forma permanente y allí pasaron cuatro años de los que le quedaron muchos aprendizajes y muchísimas gratas anécdotas de sus compañeros y jefes Gustavo Negret y Jorge Iván Plazas.
Su ambición por aprender más del manejo en flores la llevó a asumir otro reto en Agrícola Papagayo, donde como jefe de área de cultivo de clavel, junto a Jairo Mendoza y Nelly Siculaba (QEPD), aprendió lo que hoy sabe de fertilización y manejo de esta especie sin dejar a un lado el trabajo en rosa.
A pesar de que la compañía tenía una filosofía basada en compartir las ganancias con los empleados y de que implementaba excelentes políticas de bienestar en el trabajo, se formó un sindicato que ejercía grandes presiones sobre los demás. Semejante coyuntura causó la desilusión y la frustración de los dueños, quienes prefirieron acabar con la compañía en lugar de sobrellevar una situación que había devenido insostenible. Ana Teresa sabía lo que ocurría y, después de 8 años de servicio, renunció al regresar de su periodo vacacional.
Plantador y Santamaría
No había pasado ni siquiera un mes desde aquello cuando la llamaron a presentar entrevista con Ana Lucía Benavides, la gerente de Plantador Colombia, quién representa un apoyo incondicional para ella. En 2009 empezó a trabajar como responsable comercial de la compañía. En ese entonces Plantador representaba a Santamaría Carnation Cutting Specialist, pero poco tiempo después dicha relación cesó y Santamaría le ofreció puesto a Ana Teresa como agente comercial para Colombia.
Ana Teresa aceptó. Este cargo en Santamaria amplió sus horizontes laborales. Hoy en día, incluso, hace parte activa de la organización de la semana del clavel (Dianthus Week) que se celebra cada año en el mes de marzo.
Sin embargo, su relación con Plantador continuó a modo de outsourcing, siendo ahora nuestra protagonista encargada de la línea de insumos de esta compañía, específicamente del producto MAPAL, una innovadora tecnología para hidroponía que el lector puede apreciar en las fotos.
Desde estos acontecimientos ya han pasado más de 10 años, durante los cuales Ana Teresa ha sabido adaptarse a muchos cambios y de los que le han quedado una variedad de experiencias y aprendizajes.
“Los agrónomos de flores son muy apetecidos”
Le preguntamos a Ana Teresa qué mensaje le quería mandar a los colegas agrónomos en su día. A ello nos respondió así: “Los agrónomos con más antigüedad en el sector estamos siendo empujados por la nueva generación. No podemos despreciar a los jóvenes profesionales porque ellos tienen una visión rápida de las cosas. Hay que aprovechar la facilidad que tienen para la tecnología y sus habilidades tan adaptadas a un mundo moderno e hiperconectado. Así mismo, tenemos mucho que aportarles: la experiencia y conocimientos que hemos venido acumulando a lo largo de los años. Hay que trabajar en equipo.”
“El conocimiento es para trasmitirlo y compartirlo y, en últimas, eso es lo que fortalece un sector tan tecnificado como lo son las flores. Creo que es por esto que los agrónomos de flores son muy apetecidos en otros sectores (como, por ejemplo, cannabis): porque su formación es integral. Sabemos de producción, presupuestos, infraestructura y hasta de psicología, pues manejamos usualmente mucho personal”. “Aunque a veces nuestras jornadas son extenuantes, el sector de las flores es un sector chévere porque le da la mano a mucha gente”; “nunca me he arrepentido de trabajar en flores, me gusta y quiero mi trabajo. Las flores me han dado todo: el trabajo, mi esposo y hasta a mi perro”, concluyó entre risas nuestra simpática entrevistada.