En esta edición les hablaremos de una mujer que muy seguramente nuestros lectores recordarán por su entusiasmo, energía, amabilidad y permanente sonrisa. Se trata de Claudia Helena Pirajón Puentes, una agrónoma boyacense, madre de dos hijos, que tiene con un largo recorrido en el sector de las flores y que actualmente se desempeña en el campo comercial.
Aunque cuando terminó el bachillerato Claudia soñaba con ser odontóloga, el destino tenía reservado para ella la agronomía, pues no obtuvo suficiente puntaje en los exámenes de ingreso de las universidades Nacional y Javeriana de Bogotá para esa carrera del sector salud. Fue así como pensando en su amor por la naturaleza decidió volver a Boyacá y estudiar en la UPTC de Tunja ingeniería agronómica, decisión que resultó ser la mejor posible y de la cual no se ha arrepentido ni por un momento, pues, citando sus palabras “la agricultura está en todo, es el futuro”.
Manejo de cultivos y área comercial
El primer trabajo de Claudia fue en Flores de la Sabana, específicamente en una finca de pompón llamada “El Recreo”. En esta finca estuvo inicialmente encargada de la postcosecha, sin embargo, con el tiempo le fue asignado el manejo de otras fincas del grupo, dentro de las cuales empezó a hacerse cargo de cultivos de rosa. Fue en Flores de la Sabana donde conoció a su esposo, se casó y tuvo su primer hijo. Su esposo, Darío Reyes, es también seguramente conocido por muchos, pues es agrónomo y su carrera profesional ha transcurrido en la floricultura.
Posteriormente, nuestra protagonista trabajó en Jardines Piracanta, donde se encargó nuevamente del manejo de cultivos de pompón, con el ingrediente adicional de que por aquella época se presentaba con intensidad una enfermedad de tipo cuarentenario, la roya blanca, por lo cual debía capacitar permanentemente al personal bajo su dirección y velar porque las visitas del ICA terminaran con éxito.
A continuación pasó a trabajar en Sansa Flowers, en Tocancipá, donde instaló el cultivo de clavel desde el principio, “desde el potrero”. Poco después quedó embarazada de su segundo hijo, por lo cual decidió retirarse por un tiempo y, durante casi 4 años, dedicarse a la crianza de sus hijos y a diferentes actividades comerciales.
Al término de este periodo Claudia empezó a trabajar en Flores Tibatí, bella época que recuerda con nostalgia. Entonces Claudia era la directora de cultivo y de postcosecha, la jefe de recursos humanos y la jefe antiheladas. En pocas palabras, Claudia se ocupaba de todos los asuntos de la finca. Una anécdota que nos contó de este periodo es que cuando llegó, la finca era un lugar feo y descuidado, que funcionaba con el mínimo de recursos y en el cual reinaba el desorden. No obstante, esta situación cambió pronto. Puso orden al personal y al lugar. Se recogió y clasificó la madera, se construyeron cercas para los reservorios. También se reutilizó cuanto fue posible del material reciclable y el resto se vendió. Con este dinero, nuestra protagonista compró la pintura y los materiales para hacer las reparaciones necesarias. A los tres meses de su llegada el lugar era otro. Tanto fue así que una vez, en una visita de su jefe, este le dijo “doctora, ¡tráigame un tapete que le ensucio la finca!”. Una última experiencia de Claudia durante esta época fue en Envy Flowers, donde se encargó de cultivos de rosa.
En relación con el papel de la mujer en el manejo de cultivos, nuestra protagonista afirma que considera su participación fundamental tanto a nivel operativo como administrativo, pues además de saber manipular y tratar con la delicadeza indispensable las flores, las mujeres son por lo general muy responsables y capaces en las labores de carácter administrativo. Además, es de la opinión que es positivo que se empleen en todos los niveles, pues ello las empodera y trae bienestar a su vida y a la de sus familias.
La etapa comercial de la vida profesional de Claudia empezó en Proficol y BAM, donde se desempeñó como promotora. A continuación fue durante diez años la coordinadora del equipo comercial de flores de Sumitomo, compañía de la cual salió después de muchos éxitos para llegar a Adama, empresa en la cual desde hace seis años es Representante Técnico – Comercial y en donde es “inmensamente feliz”.
Para Claudia es grato ver como la compañía crece, coordinar a su grupo de trabajo y asumir todos los nuevos retos y responsabilidades. Además, le gusta que la parte comercial implica el relacionamiento con la gente del gremio, de la cual ha llegado a ser amiga, confidente y consejera.
La agricultura
Como es rutina en esta sección de la revista, para terminar le preguntamos a nuestra entrevistada su opinión respecto al medio ambiente y el estado de la agricultura en Colombia.
Respecto a lo primero, apoya la tendencia que va hacia el desarrollo de productos biorracionales y con menos grados toxicológicos.
En cuanto a la agricultura, expresó que hoy en día las políticas agrícolas del país no son buenas. En su opinión, todos los recursos se van en la guerra o el postconflicto, de modo que siempre son los agricultores los que pierden. Explica cómo otros países con condiciones climáticas menos favorables que las de Colombia y con mucha menor biodiversidad y recursos tienen una agricultura más fuerte y próspera que nuestro país, como Argentina, Chile y Perú. Esto se debe a la mala política agraria de Colombia y a que los programas de desarrollo tienden a beneficiar a sectores específicos de la sociedad, pero no a los simples agricultores que quieren sacar adelante sus parcelas. Según Claudia, en la seguridad alimentaria es en lo que más deberíamos trabajar en este momento. Ella misma es productora de hortalizas limpias y ha trabajado en algunos emprendimientos propios relacionados con la producción de comida. Por eso puede decir de primera mano que esta ocupación tiene grandes dificultades, sobre todo por causas relacionadas con la comercialización, el mercado y la falta de asociación. “La agricultura es para la gente que tiene mucho dinero”, concluye.