Por: I:A. Mery Liliana Sánchez Martín
Directora Técnica
Grupo SYS
La deficiencia de algunos micronutrientes esenciales en la mezcla total de nutrientes disponibles para el cultivo no siempre es detectada a tiempo antes de que se manifieste su sintomatología. Antes de que sea perceptible su afección en la curva de rendimiento ideal de los cultivos, este fenómeno común en la mayoría de los cultivos es conocido como “hambre oculta”, término que se deriva de un concepto asociado a la salud humana, que no siempre se debe al déficit o inexistencia de nutrientes sino al exceso de algunos que podrían ocasionar la baja disponibilidad y desbalance de los mismos. Cuando la deficiencia es ocultada por el exceso, hablamos de hambre oculta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el concepto de “hambre oculta” como un desequilibrio en la alimentación asociado a la deficiencia de micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales). Se trata de un fenómeno poco perceptible porque no produce la misma sensación de necesidad de ingesta alimenticia que produce del hambre normal o la mala nutrición. Puede aparecer inclusive en personas con exceso de peso u obesidad; es decir, que el hambre oculta no solo afecta a poblaciones que afrontan escasez de alimentos sino también a las que los consumen en exceso. El hambre oculta impacta a una tercera parte de la población mundial en todos los grupos de edad, especialmente niños y adolescentes; causa retraso en el crecimiento y desarrollo, afección de su sistema de defensas y predisposición a la aparición de enfermedades crónicas como hipertensión arterial, diabetes y osteoporosis, entre otras. La recomendación de los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para Alimentación y Agricultura (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la OMS se basa en la suplementación de nutrientes, fortificación de alimentos y el incentivo del consumo de frutas y verduras.
El botánico, químico y agricultor alemán Philipp Carl Sprengel (1787–1859) fue el primero en formular la “teoría de mínimos” en agroquímica, posteriormente Justus von Liebig, en 1840 y 1855, presentó en sus libros las doctrinas de Sprengel acerca de la Ley del Mínimo, que afirma que el crecimiento no es controlado por el monto total de los recursos disponibles sino por el recurso más escaso. Es decir que el crecimiento de las plantas está limitado por el nutriente esencial que esté en la concentración más baja.
Originalmente el concepto se aplicó a plantas y cultivos y se comprobó que al incrementar el nutriente más abundante no se incrementaba el crecimiento; sin embargo, cuando se incrementaba la cantidad del nutriente limitante (el de menor cantidad) se mejoraba el crecimiento de las plantas y cultivos.
Con el objeto de reconocer a Sprengel como cofundador de la química agrícola y a Liebig como el difusor de las teorías de Sprengel,la Asociación de Estaciones Experimentales y de Investigación Alemanas ha creado el Sprengel-Liebig Medal y ha solicitado que la Ley del Mínimo se denomine como Ley del Mínimo de Sprengel-Liebig.
¿Cómo identificar el hambre oculta en nuestro cultivo?
Como bien decía el físico y matemático británico William Thomson Kelvin (1824 – 1907), “lo que no se define no se puede medir y lo que no se mide, no se puede mejorar”. Así es que para identificar si nuestro cultivo presenta algún tipo de deficiencia o padece de hambre oculta, debemos conocer cuál es el estado óptimo nutricional que le permite expresar su máximo rendimiento y cuál es el estado de hambre.
Si bien es cierto el análisis de plantas -mal denominado en ocasiones como análisis foliar, ya que no solo se pueden analizar las hojas- se utiliza para determinar el contenido de nutrientes en los tejidos de las plantas de un cultivo que se muestrea en una etapa de desarrollo determinada (Numson & Nelson, 1986; Campbell,2000), también es útil para documentar y verificar el efecto de un tratamiento nutricional (Aldrich,1973; Brockley, 2001) y para diagnosticar y confirmar síntomas de deficiencias o excesos y desbalances, que generalmente se hace para buscar cómo mejorar los rendimientos y rentabilidad de los cultivos. Para que el análisis de plantas permita verificar cuantitativamente en laboratorio los contenidos nutricionales de las plantas analizadas, es necesario estandarizar la metodología de muestreo de manera que se unifiquen y minimicen los factores que puedan generar una variación en la concentración de los nutrientes en los tejidos (tipo de tejido, tipo de cultivo, estado de desarrollo al momento del muestreo, temporada del año, etc.).
Existen también metodologías que se pueden usar en campo y que son llamadas semi-cuantitativas, entre las que encontramos la determinación de contenidos de nutrientes solubles en la savia y el test de nitratos que se determina en el jugo del tallo del maíz (Backmer & Mallarino, 1996). Algunos métodos indirectos incluyen la medición de clorofila, el nivel de color verde de los tejidos, etc. Sin embargo, aunque nos pueden dar una idea del estado nutricional, no son lo suficientemente contundentes para definir el estado real del cultivo.
El análisis de plantas se basa en el principio de que la concentración de un elemento o nutriente dentro de la planta o una de sus partes es un valor integral de todos los factores que han interactuado para afectar su crecimiento, incluida la disponibilidad del elemento. (Munson & Nelson 1990). Teniendo en cuenta este principio, la mejor forma de identificar si el cultivo tiene o no una deficiencia o un desequilibrio nutricional es compararlo con un modelo ideal de producción y rendimiento óptimo para la especie y variedad cultivada; pero como existen tantas variables asociadas a la expresión genética y fenotípica de una planta, lo mejor sería tener los propios modelos en cada sistema de producción. En cada finca, por ejemplo, seleccionar dentro del sistema productivo las mejores plantas, las de mayor productividad, vigor, sanidad, etc.; es decir, las que mejor expresen los ndicadores de rendimiento óptimo. A esas plantas debería tomársele un análisis foliar y uno de suelos para tenerlos como referencia o modelo ideal a conseguir, registrando los factores ambientales característicos del periodo de desarrollo de las plantas hasta el momento de la toma de la muestra, de modo que ese muestreo y análisis de plantas sea el óptimo alcanzado para esa localidad, el modelo a seguir en futuros periodos de producción y el punto de comparación de datos cuando el cultivo no este presentando el potencial requerido y esperado.
Existen muchas investigaciones y estudios de referencia que identifican los niveles óptimos de nutrientes esenciales para los cultivos; sin embargo, esta información podría estar basada en condiciones de experimentación y no en las condiciones propias del ambiente donde se desarrolla nuestro cultivo, de modo que lo ideal es tener el modelo óptimo nutricional para cada finca. De esta manera, cuando se presente algún tipo de desorden nutricional se podrá comparar con el modelo ideal presentado en la misma localidad y en un periodo similar de producción. Esto implica que no podemos desconocer los factores ambientales que podrían alterar de manera significativa la expresión de la planta, pero por lo menos, desde el punto de vista de contenidos nutricionales, tendríamos un buen elemento de juicio para determinar posibles deficiencias.
El principal órgano de captación de nutrientes en la planta es la raíz. Ella toma la mayoría de los nutrientes que requiere dependiendo de varios aspectos: de la cantidad y calidad de los nutrientes del sustrato, de la disponibilidad de los mismos y de la solubilidad de estos en el medio. Si estos factores están en un equilibrio de acuerdo con los requerimientos de la planta, podemos decir que la nutrición puede y debería ser tomada por el sistema radicular en la mayoría de los cultivos, pero no siempre es así. Definir todos los posibles factores que pueden generar el hambre oculta en un cultivo no es posible en este artículo por lo extenso del tema y la amplitud de variables asociadas a la nutrición de los cultivos, tales como requerimientos nutricionales del cultivo, condiciones ambientales, densidad de siembra, tipo de sustrato, calidad y disponibilidad de agua, nutrientes disponibles, microorganismos en el suelo, topografía, etc.
Una de las herramientas usadas para contrarrestar las posibles deficiencias ocultas en nuestros cultivos es la aplicación foliar de enmiendas nutricionales. A continuación, mencionaré algunas de las ocasiones en las que pueden ser útiles las aplicaciones de nutrición foliar.
- Cuando hay deficiencia de los nutrientes esenciales en el suelo o sustrato utilizado.
- Si la raíz presenta alguna afección fitosanitaria (ejemplo, por nematodos, chisas, hongos patógenos etc.) y no hay suficiente masa radicular para abastecer la necesidad del cultivo.
- Cuando la planta ha pasado por una poda su sistema radicular también se ve afectado. Mientras se regenera el crecimiento de cofias se puede suplir parte de la nutrición foliarmente.
- Aunque haya una fórmula de nutrición equilibrada basada en la disponibilidad del suelo y los requerimientos del cultivo, ésta puede no suplir al cultivo si el sistema de riego presenta desuniformidad e ineficiencia en los diferentes sectores del cultivo.
- Cuando el terreno no es uniforme y presenta condiciones topográficas o de drenaje que pueden desfavorecer un sector o área representativa del cultivo.
- Ante condiciones ambientales limitantes tales como la baja luminosidad, humedad excesiva o deficiente, que reducen la capacidad de absorción y translocación de nutrientes, (por ejemplo, en el caso del calcio).
- Si se presenta antagonismo entre micronutrientes a nivel de suelo.
- En etapas criticas del desarrollo donde hay alta demanda nutricional para un proceso fisiológico determinado (llenado de vertederos, producción de flor , etc.).
- Cuando hay un excedente de sales en el sustrato y/o el agua de riego.
- Si las fuentes fertilizantes usadas no permiten la óptima liberación de los nutrientes.
- Ante una alta demanda de un nutriente en etapas específicas de desarrollo (por ejemplo, demanda de boro en floración).
- Cuando la planta ha pasado por una pérdida considerable de área foliar y requiere rápidamente generar follaje. (por ejemplo, poda sanitaria o poda de formación).
- Si se presentan afecciones fitosanitarias en determinadas áreas del cultivo que requieren el fortalecimiento para poder superar el estrés fitosanitario.
- Ante condiciones de estrés fisiológico ocasionado por condiciones ambientales adversas.
Dentro de las alternativas de suplemento nutricional se encuentra un infinito número de productos en el mercado y no siempre el más costoso es el mejor.
Contribuyendo a la solución de esta necesidad nutricional, el GRUPO SYS tiene a disposición del sector agrícola diferentes alternativas nutricionales de fertilizantes foliares, quelatos, bioestimulantes y soluciones nutritivas a la medida que facilitan la reducción del hambre oculta a un costo favorable y con una eficiencia sobresaliente. Una de ellas es ARES, un fertilizante foliar de alta concentración y solubilidad que garantiza la disponibilidad balanceada de los trece elementos esenciales para las plantas. ARES puede ser usado en aplicaciones foliares, edáficas o en fertirriego,con intervalos de 15 días entre la iniciación del periodo vegetativo hasta la floración en dosis de 0,6 a 2 lt/ha.
En próximas ediciones abordaremos la forma en que los diferentes tipos de aplicaciones foliares pueden ser usados como herramienta para suplir el “hambre oculta” en los cultivos.
Bibliografía
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- Munson Robert y Nelson Wermer (01 January 1990). Principles and Practices in Plant Analysis. Book series. American Society of Agronomy, Crop Science Society of America and Soil Science Society of American. Recuperado de https://doi.org/10.2136/sssabookser3.3ed.c14.
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