Por: Daniel Saravia Henao- Gerente Promotoras Unidas Ltda.
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En estos tiempos en que se habla de crisis económica en el país, quiero hacer un pequeño esbozo histórico de lo ocurrido en el panorama mundial de lo que fue la crisis económica de 1929.
GRAN DEPRESIÓN. Transcurría la década de los veinte y los Estados Unidos se consolidaban como los mayores productores de materias primas y productos terminados, desplazando a la Gran Bretaña que era la primera potencia económica del momento. Hacia 1925, los Estados Unidos que no habían participado en la Primera Guerra Mundial eran el mayor proveedor y prestamista de los países europeos, cuyas economías no terminaban de recuperarse después de la gran guerra, que las había sumido en un estado de pobreza y endeudamiento, habiéndose trastocado el orden económico internacional existente desde mediados del siglo XIX.
En los Estados Unidos a la par del auge económico, también participaba la bolsa de Nueva York con un excelente crecimiento, que había desbordado las expectativas de todo el pueblo estadounidense y aún extranjero, quienes veían en la bolsa la oportunidad para hacer fortunas relativamente fáciles y rápidas. Pronto el acceso a la bolsa se expandió hacia todos los estratos sociales, inclusive a los de menores ingresos que participaban en el mercado bursátil como “jugando monopolio”. En este escenario aparecieron operadores financieros que prestaban los excedentes para que las personas que no alcanzaban a tener el dinero para adquirir las acciones tomaran créditos que les permitieran comprar los títulos y, luego amortizar la deuda con las mismas utilidades obtenidas de las acciones. Esta situación generó una gran ola especulativa que terminó quebrando el sistema bursátil, creando el mayor crack de bolsa de Wall Street, que se denominó “el martes negro” (29 de octubre de 1929), toda vez que las altas cotizaciones que alcanzaron las acciones no tenían respaldo en la economía y cuando apareció el pánico los precios de los títulos cayeron como un castillo de naipes.
Este hecho partió la historia económica del bloque capitalista más fuerte en el momento generando una crisis mundial, que sumió a Estados Unidos y a Europa en una gran recesión económica que duraría casi toda la década de 1930. Hacia 1933, los Estados Unidos llegaron a tener una tasa de desempleo del 25%, con una deflación que bajó los precios de los productos especialmente agropecuarios, contrayendo fuertemente la demanda y los productores vieron como sus inventarios fueron irrealizables, obteniendo grandiosas pérdidas.
NEW DEAL. En 1933, en pleno marco de la crisis, en Estados Unidos fue elegido presidente Franklin Delano Roosevelt quien implementó una nueva política para la recuperación económica, que se denominó el “New Deal”. Para diseñar este nuevo tratado económico, político y social, fue convocado por el Presidente un equipo de técnico que fue denominado “BRAINS TRUST”. El aporte más importante para la recuperación de la crisis fue el del economista británico John Maynard Keynes, quien dictaminó una serie de teorías que diferían de las neoclásicas que venían siendo aplicadas hasta el momento dentro del marco del “LAISSEZ FAIRE” que sugiere la libertad de la economía sin intervencionismo del estado. Keynes propuso que, al faltar inversión privada para crear empleo el estado debería ser el que iniciara nuevas inversiones ,con el fin de crear plazas de trabajo que generaran ingresos a nuevos empleados para empezar a recuperarar la demanda agregada, aunque para ello fuera necesario recurrir a un déficit fiscal. Con la aplicación de estas nuevas teorías, los países en crisis experimentaron lo que se llamó el comienzo del fin de la crisis originada por el crack del 29, logrando definitivamente su recuperación al final de la década de los 30 junto con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial (“economía de guerra”).
PANORAMA COLOMBIANO. La anterior reseña histórica es traída a colación porque el economista Larry Summers, exsecretario del tesoro de Estados Unidos, en un foro del FMI de noviembre de 2013, planteó que en la economía actual estaba ganando cada vez más fuerza la hipótesis del estancamiento secular, debido a que los países industrializados están creciendo a tasas cada vez inferiores con niveles altos de desempleo. Este comportamiento ha venido siendo comprobado, pues en desacuerdo con las proyecciones del FMI para el 2016, el crecimiento de los países industrializados es muy probable que en este año disminuya.
De otro lado en nuestra economía han venido cayendo las exportaciones de una forma muy marcada, deteriorando altamente la balanza comercial, por lo que nuestra moneda ha sufrido una apreciada devaluación como en mucho tiempo no ocurría. Esta devaluación causa que nuestros productos se vendan a muy bajo precio en el exterior, haciendo que, aunque vendamos más volumen de mercancías recibamos menos dinero.
Para ilustrar un poco el panorama nacional de lo que está pasando con nuestras exportaciones, tenemos el siguiente cuadro:
Esta gráfica muestra la caída significativa de nuestras exportaciones, 2014-2015, lo que significa que los ingresos nacionales deberán ser obtenidos de otras fuentes que no pueden ser más que de la tan mencionada reforma tributaria integral, que de incrementar los impuestos siga afectando la inversión tanto nacional como la extranjera.
El diario Portafolio publicó por medio virtual el 5 de abril de 2016, con base en la fuente del DANE, que, durante el mes de febrero de 2016, las exportaciones colombianas disminuyeron el 26,7% frente al mismo mes de 2015, pasando de 3.153 millones de dólares a 2.297 millones en febrero de 2016. No obstante, para estos mismos periodos analizados se destacó un crecimiento en el volumen exportado pasando de 10.9 millones de toneladas a 11.4 millones de toneladas a febrero de 2016, (más volumen menos precios).
Con la globalización de la economía y una demanda mundial restringida, los precios del petróleo hacia la baja y una alta devaluación de la moneda, es muy probable que en la economía colombiana sigan decreciendo las exportaciones y esto indica que el déficit de la balanza comercial siga aumentado de tal forma que no podamos volver a controlar la revaluación del dólar frente al peso y los precios de insumos y alimentos importados sigan presionando la tendencia inflacionista. En este escenario y con un precio vaticinado del barril de petróleo entre los 30 y 50 dólares, con alta volatilidad, es necesario que, para reducir el impacto negativo en nuestras exportaciones, el gobierno deba emprender una campaña de reactivación de la industria que permita obtener un repunte en los ingresos por exportaciones que nos lleve a una mejor posición en la balanza de pagos.
Por último, pienso que sería recomendable que el Banco de la República cambie la fórmula del cálculo de la tasa de cambio, separándola del precio del petróleo y teniendo más en cuenta la balanza de pagos, para así acercarnos a un más acertado tipo de cambio de equilibrio.