Por: I.A. Lucia Lotero Valencia
Especialista en Gerencia Comercial y Mercadeo
Cuando tienes la posibilidad de trabajar con empresas japonesas aprendes un poco de su cultura y valores, que se les inclucan a los japoneses desde niños a partir de la disciplina y las normas con las que crecen. Básicamente, para los japoneses es muy importante regirse por principios claves como la honestidad 正直(Shoujiki), el respeto 尊敬 (Sonkei), la solidaridad 連帯 (Rentai), humildad 謙虚 (Kenkyo), paciencia 根気(Konki), lealtad 忠義 (Chuugi), austeridad 耐乏 (Taibou), gratitud 感謝 (Kansha), armonía 調和 (Chouwa).
Hoy quiero referirme a un concepto japonés que no aprendí en los dos años que trabajé con esta cultura pero que igual llegó a mí durante esta época de pandemia en la que algunos estamos un poco más reflexivos y analíticos. Este es el maravilloso concepto del IKIGAI, que se trata de tu motivación vital, tu misión en la vida o aquello que te da la fuerza necesaria para levantarte de la cama todas las mañanas.
Para el japonés, el Ikigai va más allá de la satisfacción personal, tiene mucho que ver con tu rol en la familia y también en la sociedad. También encontré que el Ikigai no tiene el mismo significado para los hombres que para las mujeres, dado que Japón es una sociedad profundamente machista. Encontramos que el Ikigaimasculino tiene que ver con su trabajo y su carrera, mientras que el Ikigai femenino se orienta más hacia la crianza de los hijos y el hogar.
Seguramente, para nuestra cultura occidental el Ikigai femenino puede parecer un poco absurdo; sin embargo, vale la pena profundizar en el concepto, ya que la mayoría de las personas manifiestan que una vez encuentran su Ikigai la vida fluye en total armonía porque las tareas que hacen todos los días sencillamente les encantan. No se trata de ligar el concepto de Ikigai con la felicidad, pues sabemos que Japón no es propiamente el país más feliz del mundo: se encuentra después de otros 50 países en la tabla de medición de felicidad; pero como bien dice el coautor del libro ‘Ikigai: Los secretos de Japón para una vida larga y feliz’, “el objetivo es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizarlo y que además sabes que aporta algo al mundo. Cuando lo llevas a cabo, tienes más autoestima, porque sientes que tu presencia en el mundo está justificada, la felicidad sería la consecuencia”.
Los autores nos enseñan en su libro que todos tenemos un Ikigai y que aunque en algunas ocasiones nos podamos sentir abrumados o perdidos y pensar que somos buenos para muchas cosas pero que en realidad no tenemos una habilidad especial, bastaría con mirar hacia atrás y recordar cómo nos gustaba pasar el tiempo de niños o de adolescentes; cuál era el talento que florecía en esa época: el dibujo, el baile, el canto, el deporte, la escritura; seguramente teníamos un don natural pero con el tiempo y las ocupaciones lo hemos dejado de lado.
Continuando con la búsqueda de mi propio Ikigai puedo pensar en cuál de las situaciones de la vida me he sentido más cómodo ¿cuando tengo que ejecutar o cuando tengo que liderar? ¿cuando tengo que decidir solo o cuando estoy en medio de un gran equipo? También es importante revisar en qué actividades se me pasa el tiempo volando porque ahí está parte de mi pasión y, por último, debemos considerar qué nos resulta más fácil hacer: organizar, comprender a la gente, conversar, escuchar, etc.
Ahora comprendo que escribir esta pequeña columna para cada edición es parte de mi Ikigai pues disfruto invertir parte de mi tiempo leyendo artículos, resumiendo, opinando y escribiendo. Seguramente más adelante me lanzaré con un curso de literatura para ir enriqueciéndome con el objetivo de escribir mi libro, solo basta con tenerlo en mente, ponerle fecha y ponerlo en manos de Dios, que seguramente dispondrá el tiempo y el recurso para hacerlo.
Los animo a todos a buscar un espacio en casa para la reflexión. Qué bonito que al interiorizar empecemos a encontrar qué nos llena de impulso para levantarnos diariamente y en qué situaciones podemos ser más felices. Con esto podemos empezar a trazar un plan con fechas e ir dando pequeños pasos así nos cueste incluso replantear la vida. Todo esto con el fin de encontrar tu lugar en el mundo, con el fin de encontrar el espacio para poner tus cualidades al servicio de los demás. Nunca es tarde para hallar aquello por lo que vale la pena vivir. Si ya lo tienes, si tu día a día laboral te llena, te hace feliz, tienes el espacio y el lugar donde puedes ser útil y tus habilidades logran hacer a otros más felices, exitosos y eficientes, entonces logras eso mismo para ti, porque cuando das recibes de vuelta y el hecho de ver felices y realizados a otros también debe ser tu felicidad.
En Bogotá ya encontramos profesionales especializados en ayudar a otros a encontrar su Ikigai, así que ánimo, nunca es tarde, mientras estés vivo tienes una oportunidad esperando por tu decisión.