Por: I.A Raúl Reyes
Departamento Técnico Bioest
En las dinámicas de producción siempre van a estar involucrados todos los factores que inciden en ella, como por ejemplo suelo, planta, riego, clima, fertilización, sanidad, labores culturales, materiales y herramientas, con los que interactuamos para obtener un resultado de cantidad, calidad y un obvio beneficio económico para que las compañías puedan continuar en ejercicio del negocio.
Nuestra finalidad como productores siempre va a estar dirigida a lograr que las interacciones de los distintos factores sean articulados de una forma técnicamente adecuada para lograr los objetivos.
Desde el punto de vista de la sanidad se cuenta con los recursos fitosanitarios (fungicidas, insecticidas) pero sabemos también que si a los cultivos los proveemos con unos niveles de fertilidad adecuados en cuanto a cantidades y justas proporciones de nutrientes, las plantas van a tener mejores condiciones de desarrollo y producción, a la vez que mayores oportunidades de defensa ante condiciones adversas de clima y enfermedades.
En el caso del cultivo de clavel, uno de los factores más limitantes es la marchitez vascular causada por el patógeno Fusarium oxysporum (f. sp.) dianthi. Esta enfermedad produce daños en el cultivo que llegan a ser de importancia económica por las mermas de la producción debido a los daños parciales o a la pérdida total de plantas.
En tomate, la enfermedad F. oxysporum (f. sp.) lycopersici causa pérdidas de entre el 21 y el 47 % en cultivos a libre exposición y bajo cubierta (Ramyabharathi et al. 2012; Enespa & Dwivedi, 2014); en Colombia, aún no se tienen datos de pérdidas por esta enfermedad.
El patógeno
Cuando este patógeno ataca plántulas ocasiona daños graves. Este ataque se ve favorecido por la carencia de lignina en el tallo, que las hace más susceptibles, permitiendo que el patógeno alcance rápidamente los vasos del xilema, causando la destrucción y el colapso del tejido (Agrios, 2005).
Cuando el hongo ataca plantas adultas, la enfermedad se conoce como marchitez vascular. Las plantas presentan amarillamientos, que comienzan por las hojas bajeras y, por lo general, mueren; la base del tallo adquiere un color oscuro y los haces vasculares se tornan de color pardo oscuro.
El hongo produce clamidosporas, micro conidios y macro conidios. Los macro conidios se han relacionado con la diseminación aérea, lo que sugiere una fase policíclica, no común en patógenos habitantes del suelo (Katan et al. 1997). El micelio sobrevive en residuos vegetales, como saprófito y en hospedantes alternos. Las clamidosporas permiten al hongo sobrevivir por largo tiempo; se producen a partir de la modificación de hifas o células conidiales. La formación de clamidosporas está relacionada con factores de estrés, como la ausencia del hospedante, agotamiento de nutrientes y factores ambientales (Smith, 2007). Las clamidosporas germinan en condiciones favorables, incluyendo la presencia de exudados radicales; se ha demostrado que las clamidosporas resisten temperaturas altas y sobreviven más tiempo en el suelo que los conidios, además causan síntomas más severos que los micro conidios (McGovern, 2015).
Una vez que el hongo invade todos los tejidos vegetales, alcanza la superficie externa de la planta muerta y esporula. Las esporas pueden ser diseminadas a nuevas plantas por el viento y el agua y así se repite el ciclo.
Debido a que el hongo se establece como endófito en células y tejidos vasculares, se dificulta su control (Hossain et al. 2013), lo que sugiere un manejo integrado, que permita reducir la población del patógeno y obtener los rendimientos necesarios para tener un cultivo rentable.
Para controlar esta enfermedad se han empleado diferentes métodos. El efecto de la aplicación de silicio en la reducción de enfermedades en dicotiledóneas como fresa, soya, rosa y tomate ha sido documentada por Pozza et al. (2015); esto es importante, especialmente sobre inocuidad y producción orgánica (Gunes et al., 2007).
Son dos las hipótesis que explican el incremento de la resistencia a enfermedades, debido a las aplicaciones de Si. La primera propone que se forma una barrera física que impide la penetración del patógeno y la segunda, que el silicio está asociado a una actividad biológica relacionada con la expresión de mecanismos de defensa natural (Sark, 2016). Con respecto a la primera hipótesis, Urrestarazu et al. (2016) reportaron en un estudio histológico realizado en tomate, que la aplicación de Si aumentó el grosor de la cutícula en hojas y tallos.
Se ha estudiado la respuesta a aplicaciones de silicio en plantas de pepino, banano y plátano. En el caso de plantas de Musa (plátano), cultivar Maca ante F. Oxisporum la aplicación de Si produjo una reducción de un 27% en los síntomas de marchitez (Fortunato et al., 2014). En tomate de cáscara, plantas fertilizadas con altas dosis de silicio, presentaron valores más bajos de severidad en la marchitez causada por F. oxysporum (Gomez, Camacho et al.,2006). Huang et al., (2011) sugieren que la disminución de la severidad de la fusariosis se debe al retraso en la infección inicial de las raíces y el movimiento del patógeno al tallo.
Dentro de las estrategias de manejo están las desinfecciones de suelo y/o sustrato, uso de variedades resistentes y erradicación de plántulas afectadas, entre otras.
“La nutrición de las plantas puede influenciar su susceptibilidad a enfermedades (Datnoff et al. 2007), afectando la tasa de desarrollo. El hidróxido de calcio reduce la incidencia y la tasa de desarrollo de la marchitez vascular y se atribuye su efecto al aumento del pH del suelo (7,5 – 8,0) y no a la acumulación de calcio. El incremento del pH reduce la disponibilidad de micronutrientes, como el hierro, manganeso y zinc, esenciales para el hongo. Se sugiere que Fusariumes más sensible a baja disponibilidad de nutrientes en las plantas de tomate y que esta es la base de su manejo, a través de la nutrición. La ceniza, rica en dióxido de silicio y de calcio, también disminuye la población del hongo”.
En el caso del clavel es poca la investigación realizada (o no se conoce) para ver la respuesta del silicio al ataque de este patógeno, F. oxysporum. Un estudio preliminar se desarrolló en la Sabana de Bogotá, en un cultivo de clavel en sistema hidropónico sobre las variedades Don Pedro y Lizzy susceptibles a este patógeno. El ensayo consistió en aplicar una solución de Misil-K 360 (producto comercial a base de silicio) a 6 camas de clavel variedad Don Pedro y 4 camas de la variedad Lizzi. La dosis aplicada fue de 15 cc/cama con una frecuencia quincenal. El número total de aplicaciones fue de 10 (en un lapso de 20 semanas) y el sistema de aplicación fue drench. El inicio de las aplicaciones fue en la semana 2 de siembra, con el objeto de lograr una mejor protección para las plantas. Al final de las aplicaciones del tratamiento con silicio (Misil-K) se hicieron conteos del número de plantas afectadas o pérdidas por el hongo en las semanas 21, 34 y 51 del ciclo del cultivo.
Los conteos dieron como resultado pérdidas de 0.87, 5.01 y 11.84% en las semanas respectivas para la variedad Don Pedro y 1.36, 5.66 y 14,12% para la variedad Lizzi, para los testigos o plantas sin aplicación de silicio. Los porcentajes de daños en plantas tratadas con Misil-K fueron: 0.27, 1.97, 5.94% en la variedad Don Pedro y 0.4, 1.88, 3.02 en la variedad Lizzi.
Se logró evidenciar reducciones en los niveles de incidencia del patógeno F. oxysporum en las plantas tratadas con Misil-K (360 gr/Lt de silicio) ante las plantas a las que no se les aplicó silicio. En la variedad Don Pedro se observa una disminución del 5,9% y en la variedad Lizzi de 11.1% en plantas perdidas en el conteo de la semana 51 del ciclo. Aún no se cuenta con los datos finales de producción de las camas de este ensayo para complementar el informe, pero es un avance importante ante los resultados que muestra este tratamiento con Misil-K 360, que aporta silicio.
Una característica importante del producto Misil-K es su pH (5.17) obtenido con una técnica patentada por la compañía Biológicos Estratégicos S.A.S. Este pH permite aplicar el producto en mezcla con los demás fertilizantes usados, sin causar precipitados ni alteración en el pH de la mezcla, aunque la recomendación es mezclarlo con los microelementos e inyectarlo en el sistema de riego. También se ha observado que cuando se aplica en el riego por goteo, ojalá a diario, es mucho más eficiente que cuando se aplica en drenchs distanciados semanas o quincenas.
En la actualidad, en la Sabana de Bogotá y en cultivos de clavel se están desarrollando otras tres evaluaciones de características similares, incluyendo otras variables y mediciones con el objeto de confirmar y ampliar los resultados vistos.
Bibliografía
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