Por: Departamento Técnico de CEBE España
CEBE – Sucursal COLOMBIA (Centro de Estudios de Bioseguridad)
Introducción
Una de las claves para el correcto funcionamiento de una explotación agrícola es mantenerla libre del ataque de plagas y enfermedades. Son múltiples los organismos fitopatógenos que pueden afectar a nuestros cultivos y, como consecuencia, mermarán nuestra producción llegando, incluso, a provocar la muerte de la planta. Estos organismos (hongos y bacterias) son especialmente dañinos cuando atacan a nivel de las raíces y el cuello de nuestro cultivo, porque cuando nos damos cuenta de que tenemos un problema al observar síntomas anómalos en los tallos y las hojas, normalmente es ya tarde para reaccionar.
Los hongos y las bacterias son distintos tipos de microorganismos, pero la manifestación de los síntomasque producen es, en numerosas ocasiones, confundible. Por tanto, el estudio conjunto de ambos tipos de patógenos permitirá tener en mente a todos los posibles agentes responsables de los síntomas observados y, según ello, considerar la mejor forma de control de los mismos.
¿Qué son los hongos y las bacterias?
Las bacteriasson microorganismos unicelulares (Figura 1), con una estructura celular sencilla, menos evolucionada que la de los hongos y los organismos superiores. Se reproduce por bipartición, es decir, por la división de la célula, que constituye al individuo en dos células hijas. Cuando se hace referencia al crecimiento bacteriano, se habla del aumento del número de individuos, que es lo que tiene importancia desde el punto de vista de la enfermedad que pueden producir. Una sola célula puede originar en algunas especies, y en condiciones óptimas de cultivo, hasta 1’000.000 de células en tan solo 24 horas, lo que se verá como una colonia si está aislada en un medio de cultivo de laboratorio (Figura 2).
Los hongosson microorganismos que pueden ser unicelulares, como es el caso de las levaduras; filamentosos, como son la mayoría de los hongos que producen enfermedad en nuestros cultivos hortícolas y florícolas; y además, también son macroscópicos, como las setas, de importancia por ejemplo en especies forestales. Centrándonos en los hongos filamentosos, que son los principales agentes patógenos de nuestros cultivos, estos crecen formando hifas (estructuras filamentosas formadas por la unión continua de células), que son como hebras (Figura 3), que se entrecruzan formando lo que se llama el micelio del hongo, que cuando crece sobre la superficie de los tejidos presenta un aspecto algodonoso, más o menos compacto (Figura 4). Este micelio puede introducirse en los tejidos y no ser visible, si bien cuando sale al exterior forma esa estructura algodonosa ‘visible’ sobre la que se forman las estructuras reproductivas o esporas (Figura 5), responsables en ocasiones del aspecto pulverulento, granulado, o piloso de algunos hongos (Figura 6). Las esporas pueden producirse por mecanismos asexuales, hablando entonces generalmente de conidios, o por mecanismos sexuales, hablando entonces de “oosporas” si son fijas, o “zoosporas” si son móviles.
¿Cómo se conservan los hongos y bacterias fitopatógenas en el campo?
En general, las bacterias y hongos fitopatógenos suelen quedarse en estado de latencia, inertes, en los restos de tejidos vegetales infectados o en el suelo, aprovechando en algunos casos la capacidad de producir estructuras de resistencia tales como quistes o microesclerocios en hongos, o esporas de resistencia en algunas bacterias (Figura 7). Si las condiciones son favorables también pueden sobrevivir sobre tejidos vegetales muertos no ya como patógenos, sino como saprófitos, descomponedores naturales de la materia orgánica muerta.
Estos reservorios son fuentes de inóculo para los nuevos cultivos, cuando lleguen las condiciones adecuadas. Otras fuentes de inóculo son las semillas, sustratos o turbas, y también en muchos casos, el agua. La estructura del invernadero, hospedadores intermedios, herramientas o utensilios mal desinfectados pueden quedar igualmente como fuentes de inóculo de estos patógenos. Finalmente, también pueden servir como fuente de inóculo otros cultivos u hospedadores naturales de los patógenos de interés.
¿Cómo se transmiten?
La transmisión de los mismos se produce por diferentes vías; dispersión aéreade las esporas de los hongos, o células bacterianas, libres o suspendidas en fragmentos vegetales; dispersión por el suelo y el agua de riego contaminada, o por salpicado del agua que gotea de los techos, o de los tratamientos; dispersión por contacto, durante el manipulado de las plantas, tanto por empleo de herramientas contaminadas como por las manos.
¿Cómo se produce la infección y qué factores influyen en su desarrollo?
En la transmisión de un patógeno se produce la contaminación superficial de la planta, es decir, la puesta en contacto del patógeno con el hospedador. Sin embargo, para que la enfermedad se dé, debe producirse la infección de la planta mediante la penetración del patógeno en sus tejidos, lo que requiere que se den simultáneamente una serie de factores que favorezcan la misma.
Entre ellos destacan la temperatura y humedad ambiental, la presencia de agua libre sobre los tejidos, la presencia de tejidos senescentes o muertos, o heridas en la planta, etc. Según cada patógeno y cada hospedador, la presencia de unas condiciones u otras determinarán que se produzca o no la enfermedad, así como su grado de gravedad.
¿Cómo se pueden controlar?
De forma genérica se puede decir que el control de las condiciones climáticas óptimas para el desarrollo de los patógenos (humedad, temperatura), la desinfección de herramientas o guantes durante el manipulado, la retirada de restos vegetales del invernadero, evitar la presencia de heridas húmedas en los tejidos y controlar la sanidad del agua y el suelo, son algunas de las medidas de prevención que se pueden aplicar.
La eliminación de la mayoría de los bactericidas químicos para uso agrícola, y las restricciones en los fungicidas, hace difícil la elección de los productos adecuados para una desinfección del suelo o sustrato de cultivo. En ese contexto, el uso de productos de mezclas peroxiacéticas (MPAs), a base de peróxido de hidrógeno más ácido acético y peracético, constituye una opción eficaz y respetuosa con el medio ambiente. El peróxido de hidrógeno, una vez procede como oxidante y oxigenante, se descompone en agua y oxígeno, sin dejar ningún tipo de residuo ni en suelo ni en la planta. Otra ventaja a destacar es que si las mezclas peroxiacéticas (MPAs) se aplican foliarmente, sus efectos son beneficiosos como cicatrizantes y secantes, sin manchar el fruto.
¿Cómo se pueden controlar?
De forma genérica se puede decir que el control de las condiciones climáticas óptimas para el desarrollo de los patógenos (humedad, temperatura), la desinfección de herramientas o guantes durante el manipulado, la retirada de restos vegetales del invernadero, evitar la presencia de heridas húmedas en los tejidos y controlar la sanidad del agua y el suelo, son algunas de las medidas de prevención que se pueden aplicar.
La eliminación de la mayoría de los bactericidas químicos para uso agrícola, y las restricciones en los fungicidas, hace difícil la elección de los productos adecuados para una desinfección del suelo o sustrato de cultivo. En ese contexto, el uso de productos de mezclas peroxiacéticas (MPAs), a base de peróxido de hidrógeno más ácido acético y peracético, constituye una opción eficaz y respetuosa con el medio ambiente. El peróxido de hidrógeno, una vez procede como oxidante y oxigenante, se descompone en agua y oxígeno, sin dejar ningún tipo de residuo ni en suelo ni en la planta. Otra ventaja a destacar es que si las mezclas peroxiacéticas (MPAs) se aplican foliarmente, sus efectos son beneficiosos como cicatrizantes y secantes, sin manchar el fruto.
Hongos y bacterias fitopatogenas más frecuentes
En primer lugar nos gustaría aclarar que los organismos fitopatógenos son omnipresentes. Cada hongo o bacteria necesita que se cumplan una serie de condiciones para su proliferación. Los protocolos de desinfección que proponemos desde CEBEpersiguen fundamentalmente la reducción de la cantidad de inóculo inicial de estos organismos, dificultándose así su multiplicación aún cuando lleguen estas condiciones favorables para atacar las plantas. Pero es necesario recordar que los tratamientos para desinfección que se apliquen deben ir acompañados de una serie de actuaciones culturales y climáticas adecuadas para conseguir nuestro objetivo: mantener las plantas sanas.
Productos adecuados: Cómo, cuándo y dónde aplicarlos
Las formulaciones de MPAs son adecuadas para su tratamiento, productos a base de peróxido de hidrógeno y ácido peracético; no todas ellas están estabilizadas ni desarrolladas específicamente para su aplicación en agricultura, pero entre las más utilizadas, las que ya son de 4ª generación, las que han sido sometidas a diversos ensayos científicos para constatar por su eficacia y llevan años aplicándose de manera muy eficaz, son las que comercializa la empresa CEBE (Centro de Estudios de Bioseguridad – Sucursal Colombia) con los NÚCLEOS CEBE adecuados para ello.
Lo ideal sería realizar una desinfección general de suelo o sustratoantes del inicio de la campaña y otra, si se va a cambiar de cultivo (período de seguridad/carencia de sólo 2 días). Este tratamiento se aplicaría en el agua de riego y, al no existir plantas en el lote, las dosis pueden ser más elevadas que con cultivo. Un tratamiento adicional a la superficie del suelo, ya con cultivo, es también conveniente para que el nivel de esporas de hongos y bacterias sea reducido al máximo.
Con el uso correcto durante el cultivo, los resultados son realmente efectivos, ofreciendo una protección adecuada contra la mayoría de hongos y bacterias más frecuentes. Las MPAs de CEBE, como el agua oxigenada y el ácido peracético, son productos de acción por contacto. Acción “oxidante”. Por ello, su uso continuado es el que ofrece mejores resultados, obteniéndose, además, el beneficio adicional de la oxigenación del suelo o sustrato a nivel de las raíces. En el caso de un ataque ya declarado, el uso adicional de productos sistémicos es necesario, pero el uso correcto de formulados peroxiacéticos de CEBE, con los NÚCLEOS adecuados para ello, disminuirá en gran medida la frecuencia e intensidad de las infecciones de raíz y cuello.