Por: Angélica María Pardo López
angelicamaria30@gmail.com
A escasos siete meses de haber asumido su cargo, el presidente electo y sus improvisados ministros ya tienen a una buena cantidad de colombianos con los pelos de punta. Inclusive muchos de quienes apoyaron la candidatura, que prometía un gobierno diverso, incluyente, pacífico y abierto al diálogo democrático, si pudieran, irían a recoger su voto.
El ‘querer mantener contento a todo el mundo’ era una de las cosas que más se le criticaba al gobierno anterior. Sin embargo, ya en retrospectiva uno puede ver que tal comportamiento es más una virtud que un defecto, sobre todo cuando de quienes se trata es de personas que se desempeñan en los más altos cargos públicos, que representan y deben trabajar tanto por los de una orilla como por los de la opuesta y que, además, deben generar unidad nacional y no división.
Muy lejos de eso está el nuevo gobierno con las múltiples reformas que, de forma torpe, acelerada y, en algunos casos, ilegal, quiere promover. Pero faltarían muchos apuntes filosóficos para comentar cada uno de esos pasos en falso, por lo cual nos limitaremos tan solo a algunos de los muchos puntos de la reforma laboral, que por estos días estará radicando el gobierno ante el H. Congreso.
Dos de los puntos críticos de la reforma (pero hay muchos más) son: 1) los cambios en la definición de la jornada diurna y nocturna, el pago de horas extras y los dominicales; y 2) la protección reforzada de trabajadores en condiciones especiales. Digo que son críticos porque conseguirán exactamente el efecto contrario de aquel que persiguen.
Que la jornada diurna vuelva a estar entre las 6.00 am y las 6.00 pm y, en consecuencia, que las horas extras se empiecen a pagar después del atardecer parece una medida razonable; no obstante, que semejante cambio no tenga un periodo de transición tendrá efecto negativo para los mismos trabajadores, pues los costos del empleador aumentarán significativamente. Lo mismo pasa con el recargo dominical, que ya no será del 75% sino del 100%.
Hay un sinnúmero de negocios que, por su naturaleza, se desarrollan pasadas las 6.00 pm, o que tienen su principal demanda durante las noches o los fines de semana – bares, restaurantes, sector hotelero y de entretenimiento, etc.- Una encuesta preliminar que Portafolio hizo a integrantes del sector empresarial encontró que, frente a reformas como las previstas, el 85% de los encuestados reaccionaría evitando generar nuevos puestos de trabajo; casi el 20% afirmó que optaría por tratar de sustituir mano de obra por nuevas tecnologías y otras formas de automatización de sus procesos. De modo que la reforma que quiere proteger a los trabajadores terminaría destruyendo puestos de trabajo. Almacenes, restaurantes y hospedajes, entre otros, con la filosofía DIY –‘Do It Yourself’ es, probablemente, lo que se nos viene. (Do It Yourself – Hágalo Usted Mismo: registre usted mismo, pague usted mismo, sírvase usted mismo, haga el check in y el check out usted mismo, tanquee usted mismo, etc.).
Por otro lado, la reforma contempla que las madres y padres cabeza de familia, las mujeres embarazadas y las personas discapacitadas no podrán ser despedidas ni siquiera con justa causa. Además de configurar la justa causa del despido, el empleador deberá pedir permiso al juez laboral a través de un proceso judicial. No hace falta más que aplicar lógica elemental para concluir que las empresas evitarán a toda costa emplear a dichas personas, pues una situación tan desequilibrada traspasa todo límite de tolerancia en una sociedad libre. Así es que, pretendiendo proteger mujeres embarazadas, personas discapacitadas y padres y madres cabeza de familia, lo que logrará la norma será su discriminación en el mercado laboral.
Pero lo peor de este despropósito de proyecto de ley (recomiendo encarecidamente su lectura, pues son muchos más los puntos críticos que deben ser microscópicamente examinados) es que no tiene ni una sola propuesta para la generación de empleo. El proyecto se enfoca en la protección fanática de quien ya está en el sector formal y omite toda referencia a la generación de nuevos empleos, que es, a la larga, lo que más necesitamos.
En un mundo globalizado donde el trabajo remoto es una realidad, el gobierno debería pensar en cosas como la capacitación masiva de la población en materia de tecnología de la información y en idiomas extranjeros. Los colombianos no somos competitivos en el mercado laboral internacional debido a estas carencias y perdemos, por ello, oportunidades todos los días. Lamentable, pero los líderes están empecinados en reivindicaciones que no solo terminarán siendo regresivas, sino que, además, ya no tienen nada que ver con la realidad actual.