Por: Angélica María Pardo López
angelicamaria30@gmail.com
Sin duda, el más grande cambio que hemos vivido durante los últimos años es el acceso generalizado al internet y todas las posibilidades que ofrece. Cada vez son más los servicios bancarios, estatales, administrativos y comerciales que se pueden acceder solamente a través de la red. Uno ya no es capaz de imaginarse ya la vida sin “la nube” y los miles de aplicaciones que facilitan todas las actividades de la cotidianidad. Esta tendencia se aceleró aún más durante los años de la pandemia, cuando la conectividad jugó -a nivel global- un papel fundamental para mantener la sociedad en pie.
De acuerdo con la prestigiosa plataforma de datos Statista.com, en el mundo hay 16.8 billones de teléfonos en uso hoy en día, es decir, más de 2 celulares por habitante[1]La población mundial a octubre de 2023 se calcula en 7.888 millones de personas.. En Colombia, también hay más dispositivos móviles que personas. En cuanto al tiempo de uso, varía de país a país. En el nuestro, por ejemplo, solo el 12% de la población conserva su celular por más de tres años. Imagínese cómo será la tasa de reemplazo en países con mayor poder adquisitivo. Ahora piense en la cantidad de computadores, televisores, consolas de videojuegos, cargadores, baterías, etc.
¿Es sostenible semejante tendencia? La respuesta corta es NO.
La fabricación de todos esos dispositivos requiere de valiosos materiales que cada vez son más escasos, como metales preciosos y tierras raras. Algunos de esos se consiguen en lugares específicos del planeta, donde su explotación y exportación se ha convertido ya en un tema geopolítico. Además, la minería de todos esos materiales tiene costos ambientales y sociales inmensos.
¿Qué hacer?
El concepto de ‘minería urbana’ parece ser la respuesta. De lo que se trata es de reobtener todos o la mayoría de los materiales que se necesitan para las diversas actividades industriales a través de la recuperación de los desechos, dentro de los cuales algunos de los más importantes (y contaminantes) son los desechos electrónicos o e-waste.
Ya hay varios países y empresas que se han puesto las pilas con este tema. Japón, por ejemplo (país al que China dejó de exportar tierras raras hace algunos años) es pionero en el tema. Así mismo, algunos emprendedores holandeses, belgas y alemanes están a la vanguardia. Hay incluso casos de compañías de minería tradicional que se han reconvertido totalmente, pasando de la industria extractiva a la industria del reciclaje.
Y no es para menos, pues el negocio es redondo.
Los dispositivos electrónicos desechados contienen buenas cantidades de materiales como oro, plata, cobre, paladio, europio, talio, indio, selenio, telurio y otros tantos minerales extremadamente difíciles de obtener de la naturaleza. El oro, por ejemplo, es fundamental por sus propiedades de conductividad eléctrica y por ser resistente a la corrosión.
Para los juegos olímpicos de Tokio 2020, el gobierno de Japón puso en marcha una estrategia de recolección de dispositivos electrónicos obsoletos o inservibles. El objetivo de ello era obtener, de esa basura electrónica, el material necesario para fabricar las medallas de oro, plata y bronce que se entregarían a los deportistas. Los ciudadanos cooperaron masivamente en la recolección, con lo cual se logró, no solamente darle un manejo adecuado a toneladas de desechos que presentaban un riesgo potencial incalculable en términos medioambientales, sino también extraer de ellos un total de 32 kilogramos de oro, 3.492 kilogramos de plata y cerca de 2.200 kilogramos de bronce, que se entregaron a los más destacados atletas en forma de bonitas medallas.
El cálculo es simple. Veamos el ejemplo del oro. De una tonelada de desechos electrónicos se puede recuperar un promedio de 300 gramos de oro puro. Por otro lado, de la gestión (remoción, excavación, etc.) de una tonelada de material en la minería convencional se pueden extraer solamente de 2 a 3 gramos de oro, provocando, eso sí, catastróficas consecuencias en los lugares de la explotación.7
La primera conclusión es que la concentración de material en minería urbana es mucho más alta que en la minería convencional, por lo cual es más rentable; pero además la minería urbana genera una externalidad positiva (la gestión de residuos que irían a parar en rellenos sanitarios), en tanto que la minería convencional genera una externalidad negativa (la contaminación del medio ambiente).
Ahora bien, si de 1 tonelada de residuos electrónicos se pueden recuperar 300 gramos de oro, se necesita algo más de tres toneladas de dichos desechos para recuperar 1 kilogramo de oro[2]No perder de vista que estamos dejando de lado todos los demás elementos (un total de 17 metales preciosos y tierras raras) que también pueden ser recuperados de esos desechos., que de acuerdo con el portal Gold Price cuesta alrededor de 59.000 dólares. Ahora bien, las estimaciones sobre la cantidad de residuos electrónicos en Colombia varían de fuente a fuente. Los datos más conservadores que he encontrado refieren una cantidad de 120.000 toneladas anuales (El País) y las más aventuradas una cantidad de 320.000 toneladas al año (Statista). En cualquier caso, haga las cuentas.
La segunda, más que una conclusión es una pregunta: ¿Por qué nadie parece haberse interesado por esto? Y más aún en un país como el nuestro, donde la promesa política es desmontar la minería convencional y pasar a formas más ambientales e inteligentes de salir adelante. ¿Se trata de incompetencia o verdadera indiferencia?
Referencias
– Statista, 2023. Forecast number of mobile devices worldwide from 2020 to 2025 (in billions).
– Is Urban Mining the future? | VPRO Documentary., 2019.
– Gold price, 2023. GoldPrice. View Gold Prices Per Kilo at the No.1 Gold Price Site.
– Grasso, A. 2023. ¿Qué hacer con los residuos electrónicos?. El País.
– Statista, 2023. Volumen de generación de residuos electrónicos en Colombia de 2015 a 2021.