Por: Angélica María Pardo López
angelicamaria30@gamil.com

Quiero aprovechar este espacio para hablar de una ingeniosa e innovadora medida que empezó a tener efecto recientemente en los países de la Unión Europea. Se trata de un cambio en el diseño de las tapas de las botellas plásticas. Con el nuevo diseño, al destapar una botella plástica la tapa no se suelta completamente, sino que queda prendida de una pequeña superficie especialmente reforzada para este fin.

Uno no lo puede dejar de notar, pues cada botella de agua, coca cola, jugo de naranja, etc. tiene este mismo mecanismo. 

Después de averiguar un poco, encontré que se trata de una Directiva Europea que pertenece a un conglomerado de normas de aplicación progresiva cuyo objetivo es avanzar hacia lo que ellos llaman el “Green Deal”. 

Desde el pasado mes de julio, ningún producto empacado en botellas de plástico o tetrapack de menos de tres litros puede venderse si no tiene este mecanismo, que facilita la recolección y reciclaje del material. La norma fue expedida en 2018 y contemplaba un periodo de transición que terminó en julio pasado, fecha desde la cual se convirtió en obligatoria y sancionable. Coca Cola fue uno de los primeros gigantes corporativos en adoptar el mecanismo de las tapas pegadas a la botella – en el año 2022 -, aunque cuando se expidió la norma mostró, como se habría de esperar, gran reticencia. 

Se ha encontrado que el 10% de la contaminación plástica en las playas europeas se conforma de tapas. La tapa, una vez se desprende de la botella, es fácil de perder y difícil de recolectar. Por el contrario, aún cuando el usuario cometa la vergonzante y por fortuna ya no tan usual acción de dejar su basura tirada en cualquier parte, la recolección y posterior reciclaje del plástico es mucho más fácil si este se conserva en una sola pieza. 

Como esta, otras medidas simples pero efectivas se irán implementando progresivamente. Entre ellas están la salida definitiva del mercado de pequeñas botellas (en las que se empaca, por ejemplo, el champú de los hoteles), sobres de plástico (en los que se empacan, por ejemplo, cantidades personales de champú, acondicionador, salsa de tomate o café instantáneo), empaques plásticos para frutas y verduras y cubiertos plásticos desechables, pues estos hacen parte, sin duda, de los materiales más difíciles de recolectar y más peligrosos para la fauna marina. Por otra parte, en los próximos años entrará en vigor un esquema general de compra de productos con depósito que asegure el retorno del envase. En otras palabras, se generalizará el esquema que teníamos cuando las gaseosas se vendían en envase de vidrio y había que retornar la botella so pena de pagar el precio del envase. Hoy en día, en países como Alemania devuelven el dinero en efectivo cuando se retorna el envase al supermercado. 

Lo ideal es que estas y otras medidas se adoptaran de forma más ágil y masiva. Si mercados como el norteamericano o el chino tuvieran requisitos de entrada como el mecanismo de tapas adheridas que describimos en este artículo, el cambio se aceleraría a nivel global. 

Adenda 1. Un tema similar toqué en mi apunte filosófico de la edición N. 61 de la Revista Metroflor (pag. 61), donde argumentaba que era un error separar las tapas de las botellas plásticas. Más recientemente, en la edición N. 89 de Metroflor, el apunte giraba en torno a algunas ideas para la disminución del consumo de bienes de un solo uso, donde hacer explícito el precio de los envases era una de ellas. 

Adenda 2. Si tiene ideas para próximos apuntes filosóficos me las puede enviar al correo angelicamaria30@gmail.com