En días pasados estuvimos entrevistando a varios de los profesionales del sector floricultor. Queríamos saber de primera mano cómo había sido su experiencia durante el periodo reciente, en el que han ocurrido tantos sucesos debido a la situación de salud pública. A partir de los testimonios de los entrevistados comprendimos que, en general, la floricultura es un sector altamente resiliente, adaptable y socialmente responsable. Nos entusiasma ver la actitud positiva de los participantes de este reportaje, así como su tendencia a experimentar los momentos de crisis como una oportunidad de reflexión y de aprendizaje.
La primera persona con la que hablamos fue el ingeniero agrónomo Pedro Pablo Quevedo, director de producción de El Secreto, una finca con 63 hectáreas cultivadas de pompones y gerberas. En esta finca trabajan 893 personas, el 70% de las cuales son mujeres. Aunque El Secreto ha continuado trabajando durante esta época, los costos han aumentado, puesto que ha sido necesario garantizar la seguridad del personal, y en ese sentido, se han puesto a disposición más rutas para los trabajadores. También ha sido necesario remplazar a algunos trabajadores por razón de su edad o factores de riesgo, quienes temporalmente se cuidan en sus casas bajo la figura de la licencia remunerada.
De acuerdo con el ingeniero Pedro Pablo, la empresa ha demostrado un gran compromiso social, pues además de las cuidadosas medidas de protección que se han puesto en marcha y de que no ha habido ningún despido, ha habido mucha solidaridad en los pueblos de donde provienen los empleados, entregando mercados, por ejemplo.
Para Pedro Pablo esta época ha dejado en evidencia la importancia del sector agrícola, de los agrónomos y todos aquellos que trabajan en el campo, ya que su trabajo es indispensable para que no haya hambre. De modo pues que es deber del gobierno y de todos reenfocar las prioridades, apoyar y no abandonar al sector del agro, que es el que nos provee alimento y aquel en el que en realidad podemos confiar.
Hablamos también con la ingeniera agrónoma Adriana González, quien es gerente de la finca Marly, que se ubica entre Facatativá y Bojacá, tiene una extensión de 60 hectáreas y emplea en sus cultivos (de rosa y gerbera) a aproximadamente 700 personas.
Para Adriana González la cuarentena ha significado una experiencia continua de cambio donde el reto es saberse reinventar puesto que así lo exigen las circunstancias. Al principio hubo mucha incertidumbre en la floricultura, en especial por el momento coyuntural para el sector en el que empezó la crisis. No era claro si el sector podría trabajar, si los proveedores iban a cumplir, si las flores podrían viajar ni cómo sería la reacción del mercado. Poco a poco todas estas inquietudes se fueron aclarando y, afortunadamente, las labores continuaron, los pedidos no se cancelaron y la flor pudo viajar.
Los profesionales y trabajadores de la finca sacaron lo mejor de sí y demostraron su capacidad de reinventarse, pues aún de cara a esta situación inesperada, lograron que las flores que venían en camino estuvieran sanas y listas a tiempo, con lo que se pudo cumplir con todos los compromisos adquiridos con los clientes.
Aunque ha habido algunos cambios (algunas personas trabajan desde sus casas, otros se han ido a vacaciones -no ha habido despidos- y se ha tenido que tomar medidas de carácter sanitario) la finca ha salido fortalecida y se ha renovado el valor que se le da al hacer las cosas bien desde el principio y trabajar con objetivos claros, elementos sin los cuales esta crisis no se habría podido afrontar. El que la empresa sea tan sólida y asuma su responsabilidad social de forma tan certera le da a ella y a los trabajadores mucha tranquilidad y los motiva a seguir haciendo su trabajo con excelencia.
Adriana Fiquitiva, quien también trabaja en la finca Marly fue otra de las personas que respondió nuestras preguntas. Adriana es ingeniera industrial y trabaja como jefe de finca. En opinión de Adriana, la situación de salud pública y las medidas que por razón de ella se han tomado han constituido una experiencia dura, difícil… diferente. Se ha hecho necesario cambiar de rutinas tanto en el hogar como en el trabajo, para tender más al cuidado y la prevención. Para Adriana, es duro reacomodar la vida y tomar distancia con las personas con las que se convive a diario.
Relata nuestra entrevistada que puesto que los sucesos fueron tan sorpresivos (declaratoria de pandemia y reacciones a ello), los primeros días hubo mucha confusión y angustia, pues nadie sabía qué era lo que había que hacer ni qué iba a pasar. Además, circulaban rumores de que otras empresas despedían a sus trabajadores y se creía que las exportaciones permanecerían cerradas. Reinaba el desconcierto. Se botaron algunas flores y ello causó impacto psicológico a los trabajadores, quienes veían que su trabajo se perdía. No obstante, nunca se descuidó el cultivo. Pocos días después quedó claro que el sector seguiría operando.
Esta fiesta de la Madre para Adriana Fiquitiva es muy especial, pues además de los meses de preparación y trabajo que se necesitan para cumplir con los pedidos, la producción ha estado mediada por el estrés generado por la incertidumbre inicial, por el sentimiento y por el esfuerzo que han representado los cambios necesarios para garantizar la seguridad de los trabajadores. Las flores que Adriana y su equipo se han esforzado en producir para esta festividad llegarán a sus destinos a embellecer los buenos momentos y a llenar de buena energía y esperanza los hogares familiares.
Nuestra entrevistada nos manifestó su satisfacción porque la empresa ha estado firme en el compromiso que tiene con sus trabajadores, muchos de los cuales han visto afectada su situación económica familiar al haber perdido sus parejas los puestos de trabajo que desempeñaban en otras áreas de la economía. En perspectiva, Adriana ve que el futuro es prometedor, pues la siembra continúa y los diferentes países del mundo empiezan a abrir sus economías.
De acuerdo con Adriana, esta crisis ha sido una oportunidad para pensar mejor y replantearse qué es lo necesario y qué se puede hacer mejor. En el campo laboral, ha sido la oportunidad para valorar mucho más a las personas con las que trabaja y que ya no puede ver tan seguido como antes. Personalmente, se ha abierto la posibilidad de compartir más momentos con la familia y compenetrarse más con ella, todo lo cual encuentra muy positivo.
Nuestro cuarto entrevistado fue el ingeniero agrónomo Jhonatan Cubillos Mora, quien trabaja como jefe MIPE en la finca Innovación Andina. Jhonatan se encarga de la sanidad de casi 27 hectáreas de rosa sprite, rosa standard y diversificados. Junto con Jhonatan trabajan otras 220 personas.
Para él, la crisis generada por la pandemia ha demostrado que la floricultura es un sector que está preparado para hacer cambios rápidamente, pues se han tomado medidas de protección, desinfección y cuidado de forma inmediata y se ha podido enfrentar la situación satisfactoriamente. Desde su punto de vista, la crisis ha constituido un momento de cambio, una oportunidad para mejorar los procesos de modo que sea posible sostener el negocio de las flores que, aunque no ha cerrado y presenta buenos resultados para la fiesta de madres, ha estado mediado por una situación muy excepcional y exigente. De acuerdo con Jhonatan, hoy, así como en la recesión económica de 2008 se pudo constatar que es posible inventar nuevas estrategias, optimizar procesos como el monitoreo en sanidad y conservar y apoyar a los trabajadores.
Importante es destacar que Jhonatan conserva una actitud muy positiva y optimista. Afirma que pasamos por momentos en los cuales es nuestro deber proyectar a los demás nuestra energía positiva. Vivir una cuarentena no es fácil y el pesimismo no ayuda a mejorar esta situación. Esta es una época de muchas emociones y las flores, justamente, llevan con ellas el esfuerzo de los trabajadores y sentimientos de alegría y unión. Considera el ingeniero Jhonatan que hoy en día vivimos a un ritmo muy acelerado y esta ha sido una oportunidad para hacer una pausa, reconectarnos con nuestras familias y ver que no todo es malo, que hay que saber nivelarse, tomar las cosas de la mejor forma posible y tener una mente positiva, proactiva y abierta a los cambios. Por eso concluye diciendo que “no se deben apagar las sonrisas”.
Otra de las personas que respondió nuestras preguntas fue Sergio Cuevas Pertúz, el supervisor de producción una finca ubicada en el municipio de Tenjo y productora de rosas.
Sergio resaltó que el personal de la finca donde trabaja está dispuesto a hacer cambios, está muy comprometido y se interesa por el bienestar de los demás, por lo que las medidas de protección como el distanciamiento físico, el uso de tapabocas y gel antibacterial se han adoptado con facilidad. Las personas con condiciones de salud previas, aquellos de edad avanzada y las mujeres embarazadas están cuidándose en casa mientras todo vuelve a tomar su curso. Aunque se han reducido las inversiones y las nuevas contrataciones, la empresa no ha hecho ningún despido. Afortunadamente la finca tuvo un buen desempeño para la fiesta de madres y, en general, les ha ido bien.
Señaló que se siente agradecido con la compañía por el apoyo que ha brindado a sus empleados durante esta crisis, pues se sienten protegidos y acompañados por ella. Resalta las múltiples actividades de capacitación y prevención que han tenido lugar los últimos días. Como se puede ver, para Sergio Cuevas hay varios aspectos positivos que resaltar de este periodo; sin embargo, el mayor reto está por venir, y este reto es el del autocuidado. Para concluir, invita nuestro entrevistado a todos los miembros del sector a que se cuiden y tomen todas las medidas necesarias de precaución.
El siguiente de los entrevistados fue Diego Armando Rodríguez. Diego Armando es el supervisor del área de aspersión de la finca El Recuerdo, una unidad productiva situada entre el Rosal y Facatativá que cultiva especies diversificadas y lirios y que emplea a alrededor de 350 personas. Como se ha relatado respecto de otras fincas, tampoco acá ha habido despidos y se han tomado todas las medidas de seguridad necesarias, por lo que la estabilidad de la empresa no se ha puesto en duda.
En opinión de Diego Armando, cuya familia también trabaja en el sector floricultor, ha habido cosas difíciles, pero también muchas situaciones positivas que vale la pena resaltar. Dentro de las primeras resalta que al principio fue un poco duro concientizar a la gente de los riesgos que implica la situación actual, por lo cual el ambiente era más tenso. No obstante, dentro de las cosas positivas resalta que cuando se logró crear más consciencia se propagó también una mucho mejor actitud entre el personal y hubo más colaboración. Así mismo, destaca que se ha generado un mayor sentido de pertenencia.
Para Diego, la situación que hemos vivido ha sacado a relucir otros elementos importantes en el ámbito familiar y social. Por una parte, señala que ha habido más tiempo y oportunidad de compartir con la familia y, por otro, que el problema de la pandemia se ha afrontado con consciencia de equipo, por lo que asegura que con el compromiso y esfuerzo de todos los colombianos podremos salir airosos de este problema.
Nuestra última entrevistada fue la ingeniera agrónoma Jessica Ordóñez. Jessica es jefe de sanidad de varias fincas del grupo Sunshine, dos de las cuales se encuentran en Tabio, una en Bogotá y otra en Zipaquirá. Con un total de 100 hectáreas cultivadas de rosa, girasol y eucalipto, entre otros, estas fincas emplean a más de 1000 trabajadores en temporada alta.
Jessica nos refirió que al comienzo de la pandemia hubo mucha zozobra y especulación en torno a si se iba a poder seguir trabajando. Había mucha preocupación y expectativa. A Jessica, en particular, le preocupaba la posibilidad de tener que parar las labores, pues en flores un mínimo descuido puede llevar al peor escenario.
Uno de los problemas que afrontaron las fincas donde Jessica trabaja fue la disponibilidad de mano de obra, ya que fue necesario acogerse al programa de cuidado en casa con licencia remunerada, de personas de avanzada edad o en condiciones de salud de riesgo. Durante los primeros días las contrataciones se detuvieron, por lo que las labores se tuvieron que reorganizar; sin embargo, una vez estabilizada la situación y tomando en cuenta todos los protocolos de cuidado necesarios, el tema se retomó beneficiando así también a la población del municipio que no contaba con muchas oportunidades laborales en el momento.
Para Jessica, este periodo ha representado un gran aprendizaje. En primer lugar, todos los cambios que han operado nos ayudan a ser más receptivos, a tener la mente más abierta a otras posibilidades y a revaluar las ideas que dábamos por sentadas. Así mismo, constituye una oportunidad para reinventarse, para trabajar en equipo y valorar aún más lo que se tiene (trabajo, familia, etc.). A nivel profesional, la experiencia le ha enseñado a que es posible trabajar más eficientemente, adaptarse a nuevas situaciones y dar resultados buenos en medio de dificultades como contar con menos gente (al principio) y con menos insumos (pues los primeros días hubo muchos problemas con el transporte).
En opinión de Jessica, la empresa demostró ser muy sólida, ya que resistió bien la crisis, cumplió con el día de la madre en términos de tiempo y de calidad y no tuvo que botar sus flores ni despedir a sus empleados.
Otras de las enseñanzas que este periodo deja son la necesidad de despertar el pensamiento hacia lo social, la posibilidad de reinventarse en tiempos de crisis (a nivel personal y laboral), lo imperioso de asumir los retos que se presentan para poder salir adelante y el mejoramiento de las relaciones laborales y el trabajo en equipo.
Como se puede ver a lo largo de esta nota, el sentimiento que expresan los entrevistados, representantes de diferentes áreas del sector, no son de derrota y desconfianza sino de optimismo, pujanza, adaptabilidad y esperanza en el futuro. Esperamos que este espíritu continúe y recordemos siempre que ¡Juntos podemos más!