Por: I.A.Lucia Lotero V.
Dirección Operativa
Grupo Fortaleza
Nos pasamos la vida tomando decisiones. Algunas personas lo hacen de manera fácil y natural, otras prefieren tener la opinión de sus colegas, de sus amigos o de sus familiares para ajustar sus pensamientos, razonamientos e inclinaciones antes de tomar una decisión final.
La decisión implica hacer uso del razonamiento para elegir una alternativa y resolver así un problema. La mayoría de las veces nuestras decisiones están más guiadas por las emociones y por el sexto sentido que por un razonamiento pausado que considere los pros y contras de cada opción de decisión. ¿Qué tal si antes de tomar decisiones en la cotidianidad de la vida o en el día a día laboral pensamos en las consecuencias de éxito y de fracaso que puede traer nuestra decisión?
Últimamente he estado revisando cómo enseñar esto a mis hijas en los retos académicos y de convivencia que se les presentan; creo que como padres si nos preocupamos por desarrollar esta habilidad desde que son pequeños, tendremos hijos más pausados y asertivos a la hora de decidir. La indecisión está muy ligada a la falta de carácter y esto no quiere decir que solo las personas que hablan duro tienen un carácter definido o fuerte. Hay que entender que el carácter se define en cada persona independientemente del estilo de comunicación; de hecho, las personas más serenas y pausadas logran comunicar más eficientemente. La indecisión tiene que ver más con falta de confianza en sí mismo, y volviendo al tema de los hijos, ¿qué tanto los dejamos tomar decisiones simples en el día a día como, por ejemplo, qué ropa usar?.
Si ya estamos en una etapa de la vida en que el autoconocimiento nos deja ver que tenemos dificultades en la toma de decisiones, lo primero que debemos identificar es si estamos haciendo siempre juicios prematuros o si, por el contrario, estamos recogiendo suficiente información para construir los pros y contras de las alternativas de decisión. Otro punto a tener en cuenta y que lo presenté en el anterior artículo, es el ponerse en los zapatos del otro y revisar cómo puede afectar mi decisión su trabajo (positiva y negativamente). Aquí, aunque parece contrariar lo dicho, es bueno tomar distancia y evaluar desde un punto de vista neutral (no personal), porque finalmente la decisión que se tome debe ser en beneficio de la empresa. Es ideal tener en cuenta los puntos de vista del equipo para tomar una decisión de grupo; aquí podemos ser el guía para la toma de decisión conjunta y no solo quien impone su punto de vista o quien escucha pero al final toma una decisión solo.
Para tomar decisiones podemos revisar si se han cumplido estos puntos:
- ¿Se ha buscado toda la información disponible relacionada con las alternativas?
- ¿La alternativa seleccionada brinda la máxima ganancia posible para la organización (o para quienes toman las decisiones)?
- ¿Hemos generado varias opciones antes de tomar la decisión? ¿Le hemos dado cabida a la creatividad?. Para esto, reúna al equipo y planteen posibles y diversos escenarios.
- Si hay varias opciones, defina claramente cuál es la prioridad, organice las ideas.
- Evalué económicamente cada una de las opciones. ¿Tenemos los recursos disponibles? ¿La implementación es viable?
- Con posterioridad a la decisión, evalúe los resultados obtenidos y si están generando el impacto esperado.
Todo esto hace parte del rol de liderazgo y las habilidades que tenemos que asumir en nuestro trabajo y nuestra vida personal. El inputde este proceso es la información y ésta adquiere un rol importante para la toma de decisiones. Nuevamente vemos que es súper clave conversar, preguntar, reunir la mayor cantidad de información, incluso validar posibles emociones tanto de los integrantes del equipo de trabajo como de los integrantes de nuestra familia, buscando entender cómo es que las emociones pueden afectar la decisión que se está tomando y revisarla desde un punto más objetivo. A nivel familiar y a nivel del equipo de trabajo, esto será posible si mantenemos un canal de comunicación abierto, una actitud de escucha activa y disposición para entender antes que debatir.